Vuelve la cantante a los palenques tras demostrar que aún es rentable como artista
A contracorriente, sin obedecer lo establecido, mostrando nuevas vertientes. Así se considera Yuri, quien, al contar con una trayectoria de más de 30 años, basada en la innovación y la vanguardia, decidió hacer un cambio radical en su apariencia.
Su larga cabellera rubia quedó atrás para dar paso a una nueva imagen, en la que luce el cabello corto, degrafilado, con mechones que alcanzan a cubrir parte de su rostro, tal como lo muestra en su reciente álbum "Mi Hijita Linda".
"Tenía dos años pensando hacer un cambio. Sharon Stone me inspiró, después vi la moda de Estados Unidos. Chavas como Rihanna, Victoria Beckham y Christina Aguilera lo hacían, pero en México nadie se atrevía ni las chavitas; por eso, no me importó ir como siempre: contra la corriente.
"Además, pensé en los emos, punketos y darketos que pudieran identificarse conmigo, porque son niños que desprecia la sociedad, y esta es una forma de decirles que los amo, como Jesús los amaría.
No estoy de acuerdo con su forma de vida, pero los amo", explica Yuri en entrevista.
Volver a grabar un disco sola, en el que mezcla temas inéditos con nuevas versiones de bailables clásicos y un dueto con Nigga, es una prueba más de su entereza como cantante.
Dedicó cinco años al que considera su más grande amor, Dios. Después de ese lapso, admite, tuvo que aprender a hacer un balance entre el cristianismo y su carrera musical.
"Tuve que pagar el precio de mi retiro de cinco años, porque el ambiente es muy celoso. Al estar tanto tiempo fuera, no creo que haya perdido mi lugar, porque la gente tiene memoria, pero sí perdí popularidad.
Fue borrón y cuenta nueva. Toqué puertas y nadie me quería, las disqueras me daban por muerta, putrefacta.
"Los empresarios no me llamaban, no me querían, pensaban que iba a salir con mi Biblia. Volví a empezar a palenquear apenas hace un mes. Creían que ya no vendía, porque ya no enseñaba.
Fue un proceso muy difícil", comparte.
Pero el tiempo y su fervor, se encargaron de darle el equilibrio perfecto entre su vida espiritual y la profesional.
"Hace años, al haber dicho públicamente que soy cristiana, tenía que haber coherencia en mí. Tuve que morir a muchas cosas que ya no puedo hacer, como estar en la portada de revistas enseñando mi cuerpo, y no quise, pero no porque sea pecado, sino por ser congruente conmigo.
"Yo ya me había preparado para eso, estaba muy consciente de que mi valor no me lo da la gente, sino Dios; estaba plena espiritualmente. Así es que no me importó grabar en 2002 el disco Enamorada con una disquera pequeña, y, sin tener promoción, vendí 50 mil copias".
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