HAY CRISTO¡¡¡¡¡¡¡¡¡


No se siente un enviado de Cristo. Tampoco un mensajero de Dios. Pero su semejanza con aquella imagen que los cristianos tienen de Jesucristo, ha llevado a Carlos Olbes a convertirse en la encarnación de la segunda persona de la Santísima Trinidad durante las festividades de Semana Santa por más 15 años.

Sus ojos claros, su barba color café y su cabellera larga recuerda esa apariencia que mostró el actor Robert Powell en la película Jesús de Nazareth. Y que, en su caso, viene reforzada por un hablar pausado, una actitud pasiva y la habilidad de trabajar la madera. De modo, que cualquiera que lo conoce podría pensar fácilmente que tiene en frente al mismo Mesías.

Sin embargo, Olbes asume su parecido físico como algo natural. No se aprovecha de ello para predicar en la calle o para buscar adeptos a sus ideales revolucionarios. Sólo le ha servido para desarrollar sus dotes artísticos y actorales, durante las festividades de Semana Santa.

"Nunca me he sentido un enviado, ni un mediador. Creo en Cristo y en Dios a mi manera. Soy revolucionario y cristiano a mi manera (...) Mi parecido con Jesucristo es para mí un orgullo y una bendición. Hago esto por una vocación artística y espiritual", afirmó

Cuenta que, al principio, hizo de Nazareno por una promesa, que pagó por casi 13 años de su vida. Más tarde, asumiría el papel de Jesucristo de la mano de la compañía de teatro T-pos y, luego con apoyo del Ateneo Casa del Arco Iris y Fundarte.

Lo cierto es que los años en el oficio le han servido para vivir miles de experiencias: desde mujeres llorando, lisiados jalando su túnica y hombres pidiendo bendiciones. Hasta niñas desmayadas, por la impresión.

"La gente llora o te agarra la túnica, lo que me demuestra que hay una convención actoral. En general, el público me ha enseñado mucho para alimentar mi sensibilidad y para apreciar el valor de compartir... Y es que el Vía Crucis es un misterio muy grande (...) Una vez hasta sentí temor, cuando pronuncie con fuerza las palabras de Cristo en Macuto".

Y es que el realismo de su interpretación hace que el público se conmueve, a tal punto que muchas mujeres terminan perturbadas e, incluso, embelesadas. Sino que lo diga su esposa Hermelinda Guzmán, quien quedó tan asombrada la primera vez que lo vio en escena, que no tardó en pedirle el teléfono para salir con él y conquistarlo.

Ahora bien, lo curioso es que la preparación de Carlos para el Vía Crucis no se limita a recordar sus líneas. O a teñir su barba con tinte marrón, para ocultar las canas que han sacado los años. Olbes también se ocupa de construir las cruces, las espadas, los clavos y hasta la corona con púas que posará sobre su cabeza, la cual suele ser robada por el público como si se tratará de un souvenirs.

"Mi sueño es poder dirigir la obra y hacer un montaje hasta con efectos especiales, que incluya la Resurrección. Cuando llegue ese día, yo dejaré de actuar. De no ser así, la vejez será lo que me haga renunciar. Por ahora, el tinte me cubre las canas. De lo contrario, sería un apóstol más o Caifás (risas)".

1 Comment:

Anónimo said...

Pensé que era Juan Luis Guerra, se parece mucho con él.