UN SECRETO BIEN GUARDADO


El Gobierno británico convirtió en secreto oficial la muerte, hace cinco años, de un científico de este país durante un misterioso experimento para la fabricación de una bomba, ha informado este lunes el diario "The Guardian". Terry Jupp, científico a sueldo del ministerio de Defensa, murió envuelto en llamas en el transcurso de un proyecto antiterrorista angloestadounidense destinado a averiguar la capacidad de organizaciones como Al Qaeda para fabricar bombas radiactivas.

La muerte accidental de Jupp no ha sido investigada y un intento de procesar a su jefe por homicidio involuntario se frustró cuando la fiscalía decidió retirar los cargos sin dar explicaciones. El diario británico ha averiguado que Jupp era miembro de un pequeño equipo de científicos británicos y estadounidenses que se dedicaban a fabricar bombas.

"The Guardian" cree que algunos de los experimentos llevados a cabo por aquel equipo estaban destinados a averiguar más sobre las llamadas "bombas sucias": bombas radiactivas que se accionan, sin embargo, con explosivos convencionales.

Un experimento de ese tipo habría resultado altamente polémico, señala el periódico, ya que se llevó a cabo al aire libre en unas instalaciones situadas en una isla del estuario del Támesis en el condado de Essex (sureste de Inglaterra).

La familia del científico fallecido teme que no sabrá nunca lo ocurrido. "Creo que sus superiores quieren ocultarlo. La muerte de un hombre tal vez no les cause a ellos demasiados trastornos, pero ése no es nuestro caso", dijo la madre de Jupp al periódico.

En el momento de morir, Jupp tenía 46 años, estaba casado, era padre de dos hijos y llevaba casi 25 años trabajando para el ministerio de Defensa. Por causas no determinadas, una de las bombas estalló inesperadamente, y Jupp sufrió gravísimas quemaduras en el 80 % de su cuerpo, que causaron su muerte seis días más tarde.

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