Cuando el cuerpo necesita alimento, produce movimientos y sonidos en el intestino, que se calman cuando el apetito ha sido saciado, una vez logrado esto, debemos evitar comer de más
Definitivamente no es lo mismo tener hambre, que es una necesidad fisiológica vital, que se debe satisfacer para conservar la salud, y en este sentido se debe comer, no solamente para saciar el hambre sino para nutrirnos, ya que el cuerpo necesita: vitaminas, minerales, proteínas, azúcares, grasas y carbohidratos, sin importar de qué fuente provengan.
En cambio tener apetito que es el deseo de comer por placer.
El hambre se puede satisfacer con cualquier alimento, pero el apetito involucra olores, sabores, consistencias y experiencias personales, está regulado por nuestra psique y tiene que ver con nuestros deseos y costumbres alimenticias, pero también con una buena o mala alimentación, ya que se relaciona con lo que comúnmente llamamos "antojo" y tiene mucho que ver con los hábitos y rutinas como: la hora de las comidas; la vista, el gusto y el olor de los alimentos, la idea que se tenga de lo que es comer, los condimentos y acompañantes de las comidas.
Cuando tenemos apetito los signos son inconfundibles, primero se siente por todo el estómago un ligera sensación de vacío que va haciéndose más fuerte, al mismo tiempo que el intestino empieza a emitir unos ruiditos como gruñidos.
Afortunadamente millones de personas nunca han conocido lo que es el hambre real, que se manifiesta en la falta de energía total por la falta de los nutrimentos necesarios para que todo el cuerpo funcione bien, y es que los alimentos son el combustible que mueve a todo el organismo.
Y si bien, "tengo hambre" es la expresión más utilizada cuando queremos o tenemos ganas de comer algo, lo que realmente tenemos es apetito, que es esa sensación entre las comidas regulares, producida por la caída del nivel de glucosa en la sangre.
La glucosa es imprescindible para el organismo y se obtiene a partir de los hidratos de carbono que se desintegran en la digestión y pasan en la sangre en forma de glucosa.
Lo malo de esto, es que la alimentación de países desarrollados es muy rica en hidratos de carbono, lo que provoca que no en pocas personas sus niveles de glucosa se encuentren en mayor cantidad de la que se necesitan poniéndolas en riesgo de desarrollar diabetes, enfermedad que se ha convertido en la primera causa de muerte a nivel mundial.
Según indican investigaciones, se puede soportar tres bajadas de glucosa sanguínea seguidas sin comer, antes que el famoso "gusanito" empiece a avisarnos que tenemos apetito.
Saber cuál es la diferencia entre hambre o apetito, es una gran ventaja para los seres humanos ya que si decidimos no comer o desayunar voluntariamente, el hígado trata de abastecerse de glucosa por otros métodos que pueden ser a partir de la grasa, de los aminoácidos o de determinadas proteínas que tenemos en los músculos y otros órganos.
Si el estómago permanece vacío unos días, termina la sensación de hambre ya que los productos intermedios que hacen su aparición con la supresión de la grasa corporal llamados cetonas que actúan como inhibidores del apetito, de todas formas si la falta de alimentación es prolongada, el organismo pierde las defensas de que dispone y empieza una fase de autoconsunción, en la que se pierde fuerza y tono muscular.
En fin en nuestras sociedades de consumo el problema no es la falta de alimentos, sino el exceso del consumo de ellos, es por esto que los problemas de obesidad y sobre peso están convirtiéndose en verdaderas bombas de tiempo, por los problemas de salud que generan.
La señal que nos indica que tenemos hambre, se localiza en el hipotálamo, en el cerebro intermedio, los receptores corporales registran la caída del nivel de azúcar en la sangre o en caso extremo la falta de suficiente grasa corporal, si el estómago recibe lo que exige, la señal retorna al cerebro.
Pero mientras que la señal de hambre llega con rapidez, la que nos anuncia saturación tarde más tiempo, casi 15 minutos después de empezar a comer y cuando lo hacemos con rapidez y poca masticación, el cuerpo puede recibir más de lo que realmente necesita.
Por ello a veces seguimos comiendo, incluso después de que el cerebro manda la señal de saciedad, y ello ocurre por factores sociales o culturales, que no permiten percibir la verdadera sensación de saciedad, por pena de no dejar alimentos, por servirnos demasiado o por tener a la vista demasiado platillos y bebidas, cuya presentación, es toda una tentación.
El problema es que cuando comemos de más, o comemos prefiriendo los "antojitos" a las comidas balanceadas, ponemos en riesgo nuestra salud, por eso debemos: servir porciones pequeñas de cada alimento, comer variado, evitar excesos en platillos con exceso de grasa o carbohidratos, sobre todo de azúcares y evitar tener las charolas de platillos a la vista, así vamos a disfrutar mejor nuestras comidas, sin culpa ni riesgos.
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