Los secretos de la Zona Roja platense



Cuando baja el sol, la calle 1 (entre 55 y 66) y diagonal 73 (desde plazaMatheu a plaza Rocha) se convierten en la zona roja platense. En sus esquinas paran las travestis a ofrecer sus servicios sexuales. En su mayoría son peruanas. En general no tienen problemas con los vecinos ni la policía pero no se llevan bien con los motoqueros. Un recorrido por un mundo consecretos y códigos propios



Existen distintas formas de vivir. Una cosa es la fantasía que muestra la TV, con caras felices de pasta dental y confort ilimitado. Pero hay otras realidades mucho más complejas. Una de ellas es la vida de las travestis en la zona roja de La Plata. Se trata de un mundo especial, con códigos propios. Tiempos se sumergió en esta tribu urbana y trató de develar su forma de vida.

La movida travesti de la ciudad de La Plata arranca a las 19, aunque algunas comienzan más tarde para no molestar a los comerciantes de la zona. Poco a poco, van llegando con sus ropas llamativas. Se paran en una esquina solas o de a grupos de dos, tres o cuatro. Aguardan la llegada de un cliente, salen y vuelven. Y así trabajan hasta la madrugada.

La gran mayoría son extranjeras. Predominan las peruanas, aunque también hay argentinas, paraguayas y bolivianas.

Se dividen por zonas. Por calle 1, desde 55 hasta 66 (en plaza Matheu) mandan las peruanas. Por diagonal 73, desde plaza Matheu (1 y 66 ) hasta plaza Rocha (7 y 60) es tierra de argentinas, con paraguayas y bolivianas incluidas.

Después, la esquina travesti por excelencia es la de 8 y 58.

En los últimos años, las travestis superaron ampliamente a las prostitutas en la “zona roja” platense. La proporción es de 9 a 1. En definitiva, las prostitutas pueden ser contadas con los dedos de la mano.

Cuando llegan los clientes (generalmente en auto, aunque también van en moto, bicicleta o a pie), se pacta el precio del servicio sexual y si hay acuerdo, ya está. Las tarifas varían bastante, depende de la travesti y también… de la cara del cliente (cuestiones que denoten su poder adquisitivo).

“Hay casos en que te pueden decir un precio elevado para ver si 'pica' algún cliente. Lo que llama la atención es que a los travestis los vienen a contratar en autos muy lindos.

Hay muchos que dijeron que nunca iban a salir con un travesti y terminaron cayendo en la tentación. Hay de todo, desde un pobre albañil hasta un abogado o un doctor”, cuenta una experta del mundillo callejero platense. Igual los precios más usuales son $ 20 (bucal) y $ 40 (cola).

El acto sexual se lleva a cabo en el auto, en la calle o alquilan una piecita por la zona. Cerca de plaza Matheu hay una sóla piecita y es muy requerida. Cuentan que el dueño tenía una agencia de acompañantes y no le iba muy bien que digamos. Entonces, resolvió alquilarla y ahora parece que el negocio es mucho más fructífero.

Por lo general, las travestis son tranquilas. No tienen dramas. Sólo quieren trabajar. Durante el día, hacen vida de familia. Tienen su casa, costumbres y pareja. Aunque también hay algunas que viven juntas, para ahorrar gastos. Ojo, si las molestan, reaccionan. “Los travestis no se quedan callados y hasta te pueden tirar con una baldosa. Si alguien quiere guerra, ellos se la dan”, describe la vecina de la zona que prefiere no ser nombrada.

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