Extrovertido, polémico, sobresaliente… simplemente diferente. Cuauhtémoc Blanco se va de la Selección nacional a los 35 años, consciente que deja una imagen de “estrella” en la afición, la que siempre lo tendrá en la mente por su calidad, por su ingenio y por su desequilibrio.
Convertido en el último ídolo del pueblo, siempre identificado con el atacante, “Cuau” se fue como deberían hacerlo todos, por la “puerta grande, con una “figura” a la que poco se le puede juzgar, a la que hay mucho que admirarle y a la que siempre se tiene que recordar.
Blanco llegó a 100 partidos ante Canadá, portó la “10” como toda su carrera, recibió el apoyo de miles de asistentes, quienes como ya se había vuelto una tradición corearon su nombre para deleitarse con su capacidad dentro del terreno de juego, aunque fuera al menos unos cuantos minutos.
El dos veces mundialista entró al campo con las mismas ilusiones de un niño, se “barrió”, peleó todos lo balones, los distribuyó e incluso estuvo cerca de marcar, la “cereza que le faltó al pastel”.
A su ingresó, Rafael Márquez, ícono de la actualidad en el “Tricolor”, además de capitán, le entregó el gafete, se lo colocó en el brazo, muestra clara del respeto y agradecimiento que existe por su persona y por su carrera.
Blanco Bravo, quien recibirá un homenaje en el futuro en el estadio Azteca, se ha ganado un lugar en el libro histórico de la Selección Mexicana, a la que ayudó a proclamarse monarca de la Copa de Oro y de la Confederaciones de 1999, certamen en el que “brilló” hasta el último segundo.
Cuauhtémoc dio cátedras de futbol tanto en la justa casera como con el “Tri”, su valentía en el rectángulo verde se lo permitía, nunca tuvo temor por hacer cosas diferentes, la “Cuauhteminha” un claro ejemplo, jugada que sólo nace en la mente de un “grande” y que le dio la vuelta al mundo.
Proveniente de un “barrio bravo” como Tepito, el ex jugador de las Águilas del América, conoció las dificultades de la vida, lo que lo hizo un destacado ser humano, lo que lo llevó a ser la imagen a seguir de muchos futbolistas llaneros.
Blanco se ha colocado entre los mejores de la historia del futbol nacional, triunfó en México, dio el saltó al balompié europeo, en el que por razones ajenas a él no destacó, sin embargo, también con el Valladolid mostró su “toque”, su magia.
Cuauhtémoc Blanco se ha ido del Seleccionado nacional tras conquistar miles de corazones, tras escuchar miles de elogios, también de críticas, tras “explotar” su imaginación, tras convertir sus sueños en realidad, tras ser un auténtico líder… se ha ido el mejor de los últimos tiempos.
Convertido en el último ídolo del pueblo, siempre identificado con el atacante, “Cuau” se fue como deberían hacerlo todos, por la “puerta grande, con una “figura” a la que poco se le puede juzgar, a la que hay mucho que admirarle y a la que siempre se tiene que recordar.
Blanco llegó a 100 partidos ante Canadá, portó la “10” como toda su carrera, recibió el apoyo de miles de asistentes, quienes como ya se había vuelto una tradición corearon su nombre para deleitarse con su capacidad dentro del terreno de juego, aunque fuera al menos unos cuantos minutos.
El dos veces mundialista entró al campo con las mismas ilusiones de un niño, se “barrió”, peleó todos lo balones, los distribuyó e incluso estuvo cerca de marcar, la “cereza que le faltó al pastel”.
A su ingresó, Rafael Márquez, ícono de la actualidad en el “Tricolor”, además de capitán, le entregó el gafete, se lo colocó en el brazo, muestra clara del respeto y agradecimiento que existe por su persona y por su carrera.
Blanco Bravo, quien recibirá un homenaje en el futuro en el estadio Azteca, se ha ganado un lugar en el libro histórico de la Selección Mexicana, a la que ayudó a proclamarse monarca de la Copa de Oro y de la Confederaciones de 1999, certamen en el que “brilló” hasta el último segundo.
Cuauhtémoc dio cátedras de futbol tanto en la justa casera como con el “Tri”, su valentía en el rectángulo verde se lo permitía, nunca tuvo temor por hacer cosas diferentes, la “Cuauhteminha” un claro ejemplo, jugada que sólo nace en la mente de un “grande” y que le dio la vuelta al mundo.
Proveniente de un “barrio bravo” como Tepito, el ex jugador de las Águilas del América, conoció las dificultades de la vida, lo que lo hizo un destacado ser humano, lo que lo llevó a ser la imagen a seguir de muchos futbolistas llaneros.
Blanco se ha colocado entre los mejores de la historia del futbol nacional, triunfó en México, dio el saltó al balompié europeo, en el que por razones ajenas a él no destacó, sin embargo, también con el Valladolid mostró su “toque”, su magia.
Cuauhtémoc Blanco se ha ido del Seleccionado nacional tras conquistar miles de corazones, tras escuchar miles de elogios, también de críticas, tras “explotar” su imaginación, tras convertir sus sueños en realidad, tras ser un auténtico líder… se ha ido el mejor de los últimos tiempos.
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