Cristianos y judíos no ven un divorcio entre la ciencia y la fe


La misión del Gran Colisionador de Hadrones (HLC), que se puso en marcha el miércoles en Ginebra, y al que hay ya quienes bautizaron como “la Máquina de Dios” por el objetivo de comprender a través de ésta los orígenes del Universo, no logró poner en duda las verdades de la fe religiosa. Representantes de los tres grandes credos que se profesan en Tucumán -católicos, judíos y musulmanes- coinciden en que aun cuando la ciencia lograra descubrir el origen del universo, no se perturbaría la creencia en que Dios es el creador de todo lo existente.


Ciencia y religión no se contradicen. Este es el concepto que sostienen tanto el rabino Daniel Levy, como el sacerdote católico Marcelo Barrionuevo, licenciado en Teología moral y máster en Bioética, y el sheij de la mezquita El Mártir, Mahmud Aid.“Desde la pespectiva judía, el hombre tiene derecho a investigar el origen del universo y a entender los caminos del creador. De hecho, la Cábala comenta que en los tiempos contemporáneos el hombre va a acceder al conocimiento de cómo se generan la vida y el mundo. Dios así lo permite”, sentenció ael rabino.

“Las hipótesis científicas no se contradicen con la Biblia, que también habla de un desorden originario, y aquí podría caber la hipótesis de que la materia se expande a partir del Big Bang. Para el mundo judío queda claro que es Dios quien insufla la vida y es el origen de todo, es decir que partimos de una energía original”, explica.El padre Barrionuevo, párroco de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, avanza un poco más en el acercamiento entre fe y religión. “Para comprobar que no hay contradicción basta saber que en la Santa Sede está la Academia Pontificia de la Ciencia, integrada por científicos de primer nivel”, señala.Ambos religiosos explican que los relatos bíblicos sobre el origen del mundo no se contraponen con los descubrimientos científicos, ya que la Biblia deja en claro que Dios es el creador del Universo, y que no había nada antes que El. “Las Sagradas Escrituras relatan de un modo no científico el acto creador de Dios en la conformación de la materia. La ciencia estudia cómo se ha ido dando ese proceso, esa es la diferencia. No hay antagonismos, es más, el propio Galileo fue reconocido por el papa Juan Pablo II. El nombre de Máquina de Dios, como se le llama al acelerador de partículas, también es singular, porque reconoce que el origen del movimiento de la materia, llámese Big Bang o de otra forma, es divino”, afirma el sacerdote.En cambio, en el mundo musulmán las investigaciones de la ciencia fueron tomadas con reparos. “Si el objetivo es seguir negando la existencia de Dios y decir que no hubo intervención divina en la creación, el origen de la materia se reduciría a una cuestión técnica. La ciencia moderna siempre estuvo basada en el ateísmo”, cuestionó el sheij Mahmud Aid, de la mezquita El Mártir.El religioso musulmán sostiene que nunca se va a llegar a conocer el origen del mundo si no se reconoce antes la existencia de Dios. “La ciencia habla del Big Bang y dice que todo ha sido producto de la casualidad. No creemos que sea así. No negamos que haya habido una explosión, pero en todo caso ha sido realizada por Dios, que, como dice el sagrado Corán ha creado todo lo que existe, desde la nada”, indicó.

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