Peruano intentará nadar 5 km con grilletes en pies hasta una prisión


Rubén Medina tratará de nadar, con grilletes en los pies, 5 km que separan la costa de Lima de una prisión .

El nadador peruano Rubén Medina tratará de recorrer, con grilletes en los pies, los cinco kilómetros que separan la costa de Lima de la isla de San Lorenzo, donde estuvieron encarcelados desde un Virrey hasta terroristas de Sendero Luminoso.

El reto, según una nota de prensa, tendrá lugar el próximo 15 de abril y pretende recordar la travesía a nado que muchos presos trataron de realizar en sus intentos de fuga de las prisiones que existieron en la isla de San Lorenzo y la anexa isla del Frontón.

Medina, que habitualmente se entrena de aguas abiertas en el lago Titicaca, situado a más de 3.800 metros sobre el nivel del mar, contará con la asistencia de dos embarcaciones, una de guía y otra con personal médico y técnico.

Hace algunos meses, según la fuente, el nadador peruano remolcó una embarcación con cinco personas a bordo durante 2 kilómetros en el lago Titicaca.

Este mismo año, el "tritón del Titicaca", como se le conoce popularmente, realizará otro reto: recorrer los 50 kilómetros que separan a Argentina y Uruguay.

La isla de San Lorenzo, situada frente a la costa de El Callao, norte de Lima, es la más grande del país y, aunque nunca fue habitada, los pobladores del Perú prehispánico la utilizaban como cementerio.

Durante la época colonial fue también base de operaciones de piratas holandeses e ingleses, como Jacob Clerk y Francis Drake, respectivamente.

Su historia como penal se inició también en la época colonial (el Virrey Blasco Núñez de Vela fue, tras ser depuesto en 1544, su preso más ilustre), hasta llegar a principios de siglo, cuando la prisión es trasladada a la anexa isla del Frontón.

Allí no solo albergó presos comunes, sino también personajes políticos como el ex Presidente Fernando Belaunde, que gobernó Perú en dos periodos: de 1963 a 1968 y entre 1980 y 1985; y que también trató de huir a nado.

En los años 80, los presos por terrorismo comenzaron a ser internados en esta isla, donde se organizaron hasta llegar a tomar el control de gran parte del penal.

Precisamente, la negativa en junio de 1986 de estos presos a ser trasladados a otro penal derivó en un motín que fue duramente reprimido por la Marina de Guerra y que derivó en decenas de muertos y el fin del penal del Frontón

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