Autoridades federales han detectado que la ropa proviene no nada más de panteones de la ciudad de México, sino de asilos, morgues y hospitales de Estados Unidos, que muchas veces está contaminada por bacterias
La venta de ropa usada preocupa a autoridades del gobierno, no nada más porque se ha incrementado en los últimos meses por la crisis financiera, sino por que se han detectado prendas contaminadas y cuya procedencia es dudosa.
Grandes cargamentos de ropa, de diferentes naciones, principalmente de Estados Unidos, son introducidos en pacas al país bajo el rubro de “trapos mutilados o picados”.
Autoridades federales han detectado que la ropa proviene no nada más de panteones de la ciudad de México, sino de asilos, morgues y hospitales de Estados Unidos, que muchas veces está contaminada por bacterias.
Actualmente, en el país “no hay una norma sanitaria” sobre el uso de ropa usada. Miguel Ángel Toscano, titular de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), asegura que se “ha encontrado venta de ropa al público que tiene bacterias y hongos que pueden ser dañinas a la salud”.
Considera que hay personas que se dedican a sacar ropa de los panteones para venderla. Sobre esto, Rocío Alatorre, comisionada de Evidencia y Manejo de Riesgos, agrega que está “investigando si existe la posibilidad de que los cadáveres que se encuentran en los ataudes son desvestidos, para después vender la ropa en el mercado informal”.
La Procuraduría General de la República (PGR) también investiga casos similares, pero con ropa proveniente de Estados Unidos. Como resultado de decomisos que ha realizado en tianguis del país, la PGR encontró ropa que es desechada en hospitales, asilos y morgues de EU, la cual no ha sido desinfectada y es comercializada en el país.
Para sustentar lo anterior, Georgina Chávez, directora general de la Cámara Nacional de la Industria del Vestido (CNIV), advierte que a México está entrando este tipo de ropa, cuya comercialización está prohibida en EU, al amparo de fracciones arancelarias del Tratado de Libre Comercio con América del Norte que permite el ingreso de prendas ubicadas como “trapo mutilado o picado” o “trapos clasificados”.
De acuerdo con reportes de esta cámara, en 2008 ingresaron a México 19 mil 350 toneladas de ropa de este tipo, sin contar la que se introdujo de contrabando en grandes pacas, que aseguran, muchas de las veces están contaminadas por insectos y chinches.
Los últimos reportes de la industria del vestido revelan que en enero de este año hubo un incremento de 23.9% en el número de toneladas de ropa usada que ingresaron al país en comparación con 2008.
En ese mes ingresaron mil 522 toneladas de ropa. “La lógica nos indica que es la crisis financiera. La gente sigue consumiendo, pero busca otros canales de compra como los tianguis, sin importar que esta situación no sólo afecta a las empresas (al ocasionar pérdidas anuales de 90 millones de dólares), sino también se trata de un riesgo sanitario”, afirma la titular de la CNIV.
El 40% de la ropa que se comercializa en este sector, dice, es para los niños. Comenta que en los mil 200 tianguis que existen en la zona metropolitana hay de dos a cinco puestos de ropa usada.
Y esta situación, agrega, se reproduce en el ámbito nacional. -Prendas de dos pesos Son las 7:00 de la mañana en la colonia La Esperanza , Zinacantepec, estado de México.
Las personas esperan que los tiangueros pongan sus puestos —una cuadra llegan a abarcar— para abalanzarse contra la ropa, zapatos y lencería que vende. Los precios van desde los dos pesos hasta los 100 pesos.
Del montón de ropa tirada expuesta al sol y a la tierra, sólo se observan las manos que toman las prendas y las sueltan. Nadie pregunta de dónde proviene la ropa.
Lo importante es ser de los primeros en llegar al tianguis para escoger la más nueva, la menos dañada y vieja, la blusa de seda de dos pesos, el pantalón de mezclilla de cinco pesos, la chamarra lisa, de colores floridos, de 100 pesos, o el baby doll, color rojo, de tres pesos.
La mayoría de la ropa usada que venden en los tianguis es pasada de moda, pero útil para muchos, como para Rosa Jiménez que ayuda a su esposo, que es albañil, a limpiar casas.
Tiene cuatro hijos y requieren de ropa. “No me alcanzaría para ir a las tiendas y comprar este pantalón de mezclilla que me costó cinco pesos. ¡Míralo, está bueno!, a mi hijo le va a ayudar porque el que tiene ya está roto”, dice la mujer y asegura que no han tenido problemas al ponerse estas prendas.
Pero reconoce que a veces no lava la ropa que compra en el tianguis porque se ve limpia. Don Pancho, sólo observa a las personas que se arremolinan sobre la ropa, y afirma que él antes también era cliente, hasta que se invadió de ronchas en todo su cuerpo.
Fue un suéter, dice, que compre en tres pesos y que me lo puse de inmediato porque tenía mucho frío. A Evangelina no le ha ocurrido eso, pero sí ha sentido ardor en sus ojos cuando revisa la ropa.
“Es un polvo que expide la ropa y que si estás muy cerca te arden los ojos”, asegura. Ninguno de los entrevistados da crédito que esta ropa pudiera venir de cadáveres o morgues, la mayoría se defiende y dice que viene de EU, que es ropa de calidad, de marca y lo más importante a precios baratos.
“Quizá, la ropa que dice usted, es la que compran y venden los ropavejeros”, externa Graciela Luna, una mujer de 80 años que busca afanosamente entre la ropa un capa de lana.
-Falta legislar en la materia La directora de la CNIV , Georgina Chávez, dice que no basta con recomendar a las personas que lave la ropa usada que compró en tianguis para solucionar este problema que impacta a la economía del país y representa un riesgo a la salud, sino que se requiere legislar, porque hasta el momento no hay una norma sanitaria sobre el uso de ropa usada.
Y complementa que las personas que compran esta ropa no tiene lavadora y a veces ni cloro para desinfectarla, y en los peores de los casos, se la pone sin lavarla.
Mucha de esta ropa la venden manchada de aceite y sangre, y lo más preocupante es que se compra porque asegura que con una lavada desaparece cualquier bacteria, lo que no es cierto, dice; en muchos casos se requiere de un tratamiento para desinfectarla, asegura.
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