Estas coincidencias entre ambas edades, se deben tener en cuenta al momento de cuidarlos
En el III Congreso Panamericano de Salud Mental Infanto Juvenil, realizado recientemente en Cuba, el doctor Miguel Ángel Valdés Mier, presidente de la Sociedad Cubana de Psiquiatría, comparó las nueve coincidencias o analogías psicológicas entre niños y ancianos.
No se pueden valer por sí mismos, sino que necesitan cuidadores.
En la dosificación de los medicamentos, la regla de oro es que "con los ancianos hay que utilizar la menor cantidad de medicamentos posible, el menor tiempo posible y en la menor dosis posible, como con respecto a los niños, cuyas dosis deben ser la mitad o la tercera parte de la de los adultos jóvenes".
La inadecuación afectiva, una pérdida del control en la expresión emocional, es otra analogía entre infantes y viejos.
Y el déficit cognitivo ocurre en forma semejante en los dos casos; primero en el niño, porque aún no ha madurado en él esa capacidad, y en el anciano porque ya la perdió.
El juicio crítico es otro elemento similar.
Ocurre igual con el control de los esfínteres, porque el niño se orina cuando lo desea, y el viejo no puede evitarlo, debido a su próstata deteriorada, ninguno de los dos lo hacen por ser sucios o malos.
Después viene la fragilidad y la vulnerabilidad: los niños y los ancianos pasan por igual, en segundos, de la risa al llanto y viceversa; y tanto aquellos como estos son más vulnerables y frágiles ante infecciones, intoxicaciones u otros percances.
Asimismo la infancia y la vejez requieren la dieta diferenciada.
En ninguno de los dos casos, a las doce de la noche o a las tres de la madrugada, se les puede dar a comer un potaje de garbanzos, un congrí con carne de puerco, una paella o una fabada.
Y por último, el profesor Valdés Mier se refirió a la necesidad de tutoría para el niño y para el anciano, de no dejarlos solos en la casa, de atenderlos asiduamente como ambos se merecen para que no sufran un accidente que a veces puede resultar fatal.
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