Masacre en China; reportan 156 muertos


Sufre Beijing la peor matanza desde la que se registró en la Plaza Tiananmen en 1989


Las tensiones en la periferia noroccidental de China, habitada por una minoría musulmana, explotaron el domingo provocando la peor masacre que se registra en el país desde los eventos de la Plaza de Tiananmen de 1989.



Los disturbios entre la Policía y los manifestantes de etnia uigur en la capital de Xingjiang, Urumqi, son un reflejo del conflicto interétnico que se vive en esta gigantesca región semidesértica, cuya situación cada vez se parece más a la del Tíbet, afirmaron expertos.

El gobierno chino elevó en la madrugada de ayer a 156 personas el saldo de fallecidos en los enfrentamientos, disturbios en los que salieron heridas más de 800 personas y varios cientos de participantes fueron encarcelados.

La Policía china acordonó ayer la capital, cortó varias líneas telefónicas e internet, apretó la censura para evitar que saliera cualquier información de la ciudad occidental, aunque permitió el acceso de algunos periodistas extranjeros, cuyos movimientos quedaron restringidos.

A pesar de todo, no hay una perspectiva nítida de lo que realmente sucedió el domingo. La información del gobierno chino no explicó quiénes fueron las víctimas, ni explicó cómo se produjeron los disturbios.

La reconstrucción oficial y las imágenes emitidas por la televisión pública son prácticamente el único material disponible para analizar la masacre.

Parece que los disturbios empezaron durante una manifestación convocada por asociaciones uigures para pedir justicia al gobierno en relación a una pelea masiva que ocurrió hace semanas en una fábrica situada en el otro extremo del país, en la sureña Guandong.

Allí, y en una expresión más de el odio interétnico latente, chinos de etnia han (la mayoritaria), y uigures se enfrentaron a golpes, con un saldo de dos muertos musulmanes y cientos de heridos.

Las tensiones y el resentimiento acumulados durante años caldearon los ánimos poco a poco, hasta hacer saltar la chispa.

La hipótesis más repetida sobre los sucesos del domingo refiere a que se produjo una revuelta popular por todo el sur de la capital, en la que la Policía y el ejército desplegaron efectivos masivamente para restaurar el orden.

A los participantes en la revuelta les espera una dura persecución policial, algo que el propio gobierno chino ha adelantado, confirmando la detención de cientos de personas y poniendo a otras tantas en la lista de sospechosos.

De la mano de la batalla policial, se libra la guerra por la información. El gobernador de Xingjiang, Nuer Baikeli, afirmó que los enfrentamientos fueron incitados por fuerzas extremistas en el extranjero (una referencia a organizaciones terroristas internacionales y a las asociaciones uigures en el exilio).

Por otra parte, desde sus organizaciones en el extranjero, los exiliados uigures insistieron en que ellos no tienen nada que ver con las revueltas.

Según su versión, lo que ocurrió fue una reacción previsible ante el resentimiento de los musulmanes por la discriminación.

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