Francisco Madero era (Y)gnacio, no Indalecio...que cosas!

En pleno 98 aniversario de la Revolución mexicana, la población todavía se pregunta cuál es el nombre correcto del “apóstol de la revolución”: ¿Francisco Ygnacio Madero o Francisco Indalecio Madero?

Ayer, José Manuel Villalpando, director del Instituto Nacional de Estudios Históricos sobre la Revoluciones Mexicanas, puso en jaque a decenas de estudiantes sobre sus conocimientos básicos, cuando se refirió dos veces a Francisco Ignacio Madero en la ceremonia sobre el aniversario de esta gesta histórica en la residencia oficial de Los Pinos.

Los adolescentes pusieron cara de sorpresa, incredulidad, e incluso uno de sus profesores aventuró que el verdadero nombre era “Francisco Indalecio”.

Al terminar la ceremonia en la que el presidente Felipe Calderón colocó una ofrenda floral y montó una guardia de honor, al pie del monumento a Francisco I. Madero, Villalpando aclaró la duda:

“Vivimos engañados todos. En la página del bicentenario está la fe de bautismo, así como el acta de nacimiento y entrevistas de sus familiares desde aquel tiempo. De dónde inventaron el Indalecio, ¡quién sabe! ¡Ignacio siempre fue Ignacio!”. Sin embargo, en los documentos citados por el experto, el segundo nombre del procer aparece “Ygnacio”.

¿Hay que corregir libros de texto?, se le preguntó al también responsable de festejos del bicentenario y centenario de la Independencia y Revolución mexicana.

“No, los libros dicen Francisco I. Nadie sabía la verdad y a todos nos engañaron. Incluso a mí también. No es un error histórico. Muchas veces la historia se hace por la tradición popular, alguien sembró una idea porque no sabía que era la letra I, y prosperó el Indalecio y se pasó de una generación a otras”, contestó.

Sobre este “error histórico”, el historiador dijo que él fue uno de los sorprendidos cuando comenzaron a investigar sobre el nombre de Francisco I. Madero.

“Un día nos pusimos a investigar y hasta le cambiamos el nombre; pero no, más bien hay que devolvérselo”, apuntó.

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