Desde hace tres lustros empezaron a irse. Hoy unos 15 queretanos, la mayoría de Huimilpan, trabajan en la remota isla de Duch Harbor, Alaska, la parte habitada del continente americano ubicada más al norte de éste. Cada temporada de pesca se van hasta aquella zona a la que tardan en llegar siete días. Allá trabajan durante periodos de tres meses los siete días de la semana, 14.5 horas al día. Cuando la pesca es buena, dicen, llegan a obtener hasta 500 dólares diarios. Cada tres meses, regresan a su tierra trayendo consigo casi medio millón de pesos. Son pescadores de pollok, pez muy apreciado por japoneses, coreanos y estadounidenses con el que elaboran surimis y otros manjares asiáticos. Dejan hielo y trabajo En las compañías pescadoras que trabajan en aquel territorio hay miles de empleados. Cada barco ocupa entre 100 y 120 y, por lo menos, son una centena de barcos los que diario cruzan el océano de Bering con la meta de “levantar” unas 5 mil toneladas de pescado. “Llenamos un viaje y, por decir, nos quedan cuatro viajes. Entonces vamos, descargamos y a regresar... Un viaje lo hacemos, con descarga y todo, en unos 15 días, cuando pescamos unas 5 mil toneladas, de las que salen mil 400 o mil 500 de producto. La descargamos y ya que tenemos el barco vacío, regresamos a pescar hasta que cumplimos la cuota que nos autorizó el gobierno”, explica. Los hermanos Efraín y Eleazar Martínez Saavedra son procesadores de pescado, aunque laboran en barcos diferentes. Diariamente, al igual que el resto de la tripulación, de lunes a domingo trabajan entre 14 y 16 horas al día; cubren temporadas de hasta 90 días en alta mar, sin tocar tierra ni tener contacto siquiera con la población de la isla. Mucho menos con Querétaro. “Sale uno a descargar y se avienta uno 30 horas descargando, y te vas unas cuatro horas de descanso, para hablar por teléfono, salir a la tienda y vénganse de volada porque si no ahí se quedan”, dice Efraín. —¿No extrañan Huimilpan? —Sí, claro, porque ahí está uno, nada más llegas ahí a dormir y a oír música y ya se queda uno bien ‘agüitado’, porque como uno no habla casi por teléfono, no sabe uno cómo estarán acá ni nada, comenta Eleazar. Sin embargo, han logrado que en el barco se instalen teléfonos y ahora sí pueden llamar a Huimilpan. La llamada les cuesta casi a dólar por minuto, aunque es más barato hablar desde tierra. No obstante la lejanía, lo pesado del trabajo y el tiempo que pasan sin saber de sus familias, Héctor, Efraín y Eleazar están dispuestos a seguir, pues sólo así obtendrán el dinero suficiente para no tener que salir de su tierra. Llegaron a Querétaro a fines de abril y están a punto de regresar a Alaska, en donde la temporada de pesca inicia el 20 de junio y termina a principios de octubre, cuando regresarán de nuevo. Aun con las condiciones en que viven allá, los tres tienen planes para incorporarse a la primera temporada de pesca de 2009, que inicia el 5 de enero. Además, afirman, han hecho amistades con tailandeses, vietnamitas, noruegos, polacos, samoas, africanos y estadounidenses. También con michoacanos, jaliscienses y guanajuatenses, “de los que hay muchos por allá”. “En cada barco vamos entre 100 y 120 personas de unas 10 nacionalidades. Sabemos que estamos en el mar, en el océano de Bering. Como son aguas frías, no está tan expuesto a huracanes o a todo esto; sí llegan tormentas muy fuertes, pero afortunadamente no nos ha pasado nada. Pero claro está, ya estando dentro del mar, también sabemos que somos una basurita”, reflexiona Héctor.
José Guadalupe Saavedra, dicen, fue el primero que se enganchó con la empresa American Seafoot Company, cuya sede está en Seattle.
Después de tres años de no saber nada de él, regresó a Huimilpan y difundió entre sus allegados que era buen trabajo, buena paga y no tan mal ambiente, así que uno a uno empezaron a ir a Alaska. Efraín Martínez Saavedra platica que después de Guadalupe se fue Rubén, luego Héctor y Eleazar, y “ellos ya fueron llevando a otros y así se la han llevado”. Héctor Morales Sosa dice que decidió irse hasta Alaska, “pues de momento fue la primera opción, y una de las mejores, que se me presentaba”. Tiene 45 años, cuatro hijos y 12 años allá, y aun cuando pensó “retirarse” a esa edad, “van saliendo planes; gracias a Dios ya tengo casa pero me gustaría poner un negocio que ya me haga no irme”.
Héctor es mecánico especialista en máquinas fileteadoras, que de manera automática cortan los peces. Cada uno de los seis barcos de la compañía en que trabaja tiene tres de estos mecánicos; él es el único mexicano que ha logrado ese puesto. Los otros dos son polacos.
“Yo me especialicé en las máquinas que hacen el filete. Antes trabajaba echándoles pescado (a las máquinas) y me fui interesando un poco en la mecánica; empecé como asistente y ahorita tengo ya como año y medio que estoy como mecánico”.
Obtiene ingresos por 80 mil dólares por medio año de trabajo, mientras que quienes laboran como pescadores, unos 40 mil dólares en el mismo lapso.
El arte de sacar "oro" del hielo....¿Te animas?
Mostrado a ti por: IL ADMINISTRATORE por ahi del 6/17/2008
Etiquetas: De ToDo Un PoCo
1 Comment:
NOOOOOOOOOOOOOOOO MANCHES¡¡¡ NI VENDIENDO PELICULAS Y ROPA EN TODA MI VIDA SACO ESE VARO
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