Como cada año, Miguel Linares trabaja a marchas forzadas para tener listos los “judas” que se quemarán el Sábado de Gloria.
En su taller ubicado en la zona de La Merced lo asisten su esposa y sus hijos, pues los “monos” de papel y carrizo alcanzan hasta 5 metros y demandan un gran trabajo.
Este año hay muchos males por quemar. En primer lugar está la crisis, que se representará a través de un Tío Sam sosteniendo al mundo en una mano y un bolso de dinero en la otra. “Es nuestra interpretación de la crisis, porque la culpa la tienen los gringos que nos metieron a todos en esto”, asegura Elsa Linares, hija de don Miguel.
También se les prenderá fuego a la corrupción en forma de un gran diablo; a la delincuencia, recreada en un maleante; y a un golpeador de mujeres que servirá para repudiar la violencia de género. Tras el paso de seis generaciones, el taller de los Linares mantiene viva una tradición que es típica en los festejos mexicanos de la Semana Santa. Sin embargo, esta costumbre pierde fuerza a medida que pasa el tiempo.
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