Don Omar: “Yo soy el rey”


Perfil impensado de un verdadero gigante de la música mundial. En charla con Los Andes dice que la familia es su talón de Aquiles, que tuvo que vencer demonios internos para convertirse en lo que es hoy, y que el 13 de diciembre los mendocinos sabrán por qué el planeta lo llama el rey del reggaetón.


Don Omar se asume como el rey del reggaeton sin falsas modestias. En la entrevista telefónica que mantiene con Los Andes -en exclusiva desde Nueva York- acompaña el saludo con ese acento “sabrosón” de su Puerto Rico natal, mientras logra explicar con éxito, “su” éxito.

Ése que hoy lo posiciona mundialmente en el trono mismo del género y por el que muchos fanáticos mendocinos vibrarán cuando el hitero músico presente su show, el 13 de diciembre en el estadio Andes Talleres.

“¿Y cuál es el secreto del rey del reggaeton?... porque sos el rey...¿no...?”, preguntaremos en un intento inútil de encasillar el arrasante fenómeno Don Omar. Pero William Omar Landrón, ríe con carcajada burlona y arremete: “Claro que sí, asumo ese título con mucho cariño desde el momento en que la gente comenzó a llamarme de esa manera. Pero lo que me ha hecho ser un rey es que, ante todo, me he vencido a mí mismo”.

La declaración no es casual, ni una pose de rey latino sufrido. Don Omar sabe de vencedores y vencidos en un camino nada sencillo hasta su ascendente éxito.

¿En la curva de recorrido? dificultades, obstáculos y privaciones que vivió desde su humilde barrio de Puerto Rico, Villa Palmeras, un sector poco favorecido desde donde empezó a despuntar el mejor de los vicios: componer sus primeras canciones y poemas. Tenía doce años.
“Pensarte a tí mismo y a tus limitaciones, en ese sentido soy un rey, no aludo con esto a un tema de jerarquía respecto de nadie, porque todo se lo he dejado en las manos a Dios. Sin él no hay éxito posible”, agrega seguro.

Fiel a sus inicios musicales que lo vinculan a la iglesia Restauración en Cristo en Bayamon -a la que estuvo ligado como pastor durante cuatro años-, Don Omar siempre habla de Dios. “‘Papito Dios’ me regala la oportunidad de nuevas vivencias e ideas, ¿Cómo no estar feliz?
En mi vida hice un cambio drástico. Tuve la posibilidad de trabajar en Puerto Rico con una iglesia de alrededor de mil jóvenes que tenían entre 12 a 22 años.

La tarea al salir de allí fue llevar un mensaje de iglesia cristiana. Me considero un comunicador que salió de las cuatro paredes de la institución religiosa que tanto amé y amo, para tratar de hablar al mundo a través de mi música”.

-Hablaste de ‘vencerte a vos mismo’, ¿cuáles son esos demonios internos con los que lidiaste?
-Tuve que luchar con mi humor; antes era muy volátil. Trabajé mucho para crecer en mi estabilidad emocional y mi responsabilidad. Tuve que enfrentar frustraciones que tenía de niño... quizá esas mismas que muchas veces me hicieron creer que nunca iba a lograr mis sueños.

Hoy sólo trabajo para no dejar de tener desafíos y sueños. Cuando cumplo el que tengo, ya llevo otro en la alforja para seguir adelante. Eso me mantiene vivo.

-Tan vivo que no paraste hasta llegar con tu música a todo el mundo. ¿Es el reggaeton el género del momento?
-Mira, dentro de mi música popular, tiene lugar la risa, el baile, la reflexión y el respeto. Apunto a canciones con contenidos más picosos y letras más serias. Quiero que la mamá de una niña que me escucha no sólo me vea como el artista favorito de su hija, sino también como a una persona que es papá, y que desea desde ese lugar lo mejor para los suyos.

-¿Considerás que hay una imagen estereotipada del reggaeton ligado a la delincuencia o a la figura de la mujer cosificada?
-Estoy de acuerdo. Se creó un estereotipo o quizá una red de mala información de lo que somos y lo que proyectamos en realidad. Que hayamos nacido en barrios pobres, no significa que el reggaeton sólo hable de gente carenciada o ambientes de alta delincuencia como en el que yo nací.

Tampoco se trata de estereotipar a una mujer como si fuera un símbolo sexual. Hablo sólo de mi trabajo y del cuidado que siempre he mantenido de no explotar ni faltarle el respeto al perfil de la mujer, ni a su posición. Hay formas de decir o contar algo, por eso es bueno entender que son estereotipos que suele asumir la gente, no lo que uno proyecta con su trabajo.

Vivo orgulloso del lugar donde nací, de mi casa y mis barrios pobres, de la delincuencia que hubo en mi barrio, y que, a la hora de la verdad, me enseñó a alejarme de ese mismo peligro.

Padre de familia

A sus 30 años, Don Omar parece tener muy en claro lo que quiere, sus debilidades y fortalezas, y lo que logra mantenerlo en equilibrio. Ese estado de gracia obtenido con la receta más antigua y verdadera: los afectos.

Casado en abril de este año con Jackie Guerrido - presentadora del canal Univisión en Miami- madre de dos hijos adolescentes, y con tres hijos más de otra relación, el cantante suelta prenda sin titubeos cuando de su familia se trata: “Son mi talón de Aquiles, ni más ni menos.

Dentro de esta coraza de negociante, de gran artista, de hombre fuerte, si me tocan a los míos, salto. Mi esposa es la clase de persona que me conoció sin ser Don Omar y que me amó sin tan siquiera sospechar que yo lograría ser quién soy. Mi familia es mi todo. Mi puntal sagrado.

-Con tanta familia, ¿cómo es un día en la vida de Don Omar?
-¡Soy un adicto al trabajo! Me levanto a las seis de la mañana todos los días, tomo mi baño, me preparo y desayuno a las 8.15 para estar frente a mi escritorio y ver el día de Don Omar.

Ahí me quedo hasta pasado el mediodía, luego me dedico a una compañía de artistas nuevos con los que estoy trabajando y otros tantos proyectos que cuidar. A veces termino mi jornada como a la 1 de la madrugada.

-¿Un rey sin noche?
-¡Por supuesto que no! Trato siempre de hacer algo, incluso con mi esposa nos gusta salir a la discoteca aunque estemos cansados. Ver una buena orquesta de rock tocando en Nueva York, siempre es una excelente opción

-Cantante, compositor, productor artístico de diversos grupos y solistas... ¿con qué rol te quedarías si tuvieras que elegir?
-Me encantaría poder cantar hasta ser un hombre de alta edad. Me gustaría forjarme una carrera como disquero y trabajar mi propio sello a un nivel que cuando mire hacia atrás, tenga el sabor de haber trabajado muy bien. Ese placer indiscutido del camino bien andado.

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